Habemus
izquierda electoral
Luis
M. Rivas-BerlinSur, 15.06.05
La “Alternativa
electoral Empleo y Justicia Social”
(WASG) y el Partido del Socialismo Democrático
(PDS) alcanzaron un acuerdo sobre la forma
en la que concurrirán a los comicios
generales anticipados de (probablemente)
septiembre.
La WASG es una plataforma de reciente creación
al calor de las protestas contra el recorte
de prestaciones sociales y la reforma del
mercado laboral. En ella han encontrado
refugio político, sobre todo, simpatizantes
socialdemócratas desencantados con
el rumbo neoliberal del SPD y sindicalistas
de izquierda. La iniciativa ha encontrado
eco, especialmente, en el oeste de Alemania
(la antigua RFA). Ese espacio político
está ocupado en los nuevos estados
federados por el poscomunista PDS. El PDS
tiene una notable implantación en
el este, participa en dos gobiernos regionales
(en coalición con el SPD) y logró
dos diputadas federales en las últimas
generales al lograr la mayoría en
sendas circunscripciones. La lista del partido
se quedó en términos estatales
a las puertas del 5% de los votos (porcentaje
mínimo exigido para acceder al Bundestag).
Lafontaine+Gysi. La
baza mediática
La falta de tiempo para permitir
una confluencia progresiva de las posiciones
de ambos partidos, obligará seguramente
a la coalición de izquierdas (llevará
por nombre Izquierda Democrática-PDS)
a basar su mensaje electoral en dos políticos
hiperconocidos en el país: Oskar
Lafontaine y Gregor Gysi. Su excelente retórica
(sobre todo Gysi) y su ánimo provocador
(sobre todo Lafontaine) les ha convertido
desde hace años en invitados asiduos
de mesas redondas de las televisiones. Ello
no evita que ambos sean pesos pesados políticos
con criterio y, hoy por hoy, incómodos
para el establishmen económico. La
falta de madurez (por lo precipitado de
la convocatoria lectoral, queremos pensar)
en la propuesta y la estructura del WASG
y las contradicciones de un PDS que moviliza
contra la reforma neoliberal del gobierno
roji-verde, pero, al mismo tiempo, aplica
un política similar en el gobierno
regional de Berlín, por ejemplo,
obligará seguramente a los estrategas
de la plataforma de izquierdas a concentrar
la campaña en sus dos prestigiosas
figuras y en una difusa propuesta reformista
(más dinero para prestaciones sociales
y programas públicos de empleo, subida
de impuestos a las rentas más altas,
estimular la demanda interna con subidas
salariales, etc., es decir todo el arsenal
de un programa defensivo que incluso está
aún por perfilar)
Por otra parte, no está
del todo claro cómo van a digerir
las bases de la WASG la alianza con un partido
como el PDS que tachó de sus estatutos
la palabra anticapitalista. El pragmatismo
y realismo para acercarse al poder del PDS
no se conjuga bien con el estímulo
fundacional de la WASG: luchar contra la
lógica presupuestaria neoliberal
desde el movimiento social y el sindical.
Por otra parte, la perspectiva (real) de
acceder a Bundestag probablemente seduzca
también a más de un veterano
disidente socialdemócrata.
En el momento adecuado
La fragilidad programática
y las contradicciones de la alianza WASG-PDS
no impiden que la propuesta pueda canalizar
electoralmente una indignación muy
extendida en el país hacia la clase
política y la lógica economicista
que rige la vida diaria. El clamor es tan
evidente que ni el diario de la clase empresarial
alemana, el Frankfurter Allgemeine Zeitung
no tiene más remedio que constatar:
“El tiempo está maduro para
nuevas propuestas políticas. Precisamente
cuando la ideología neoliberal está
alcanzando en Alemania su momento de mayor
extensión e incidencia, se multiplican
las señales de que la gente está
ya harta.”
Esta harta de ser tratada como simple factor
de producción, superflua, si llega
el caso y descatalogable como una mercancía
que ha pasado de moda. El grosero incumplimiento
de esquemas elementales de justicia, de
redistribución de la riqueza, genera
un descontento que (con buen olfato electoral)
el SPD intenta apropiarse (y banalizar)
con una crítica populista y vacía
al capitalismo depredador. No obstante,
ese malestar entre la población no
solo tiene que ver con la inseguridad laboral/financiera,
con la agresión a las prestaciones
sociales. Como expresa Robert Misik en die
tageszeitung (15.06.05):”…lo
que provoca ese malestar es la cultura de
la impotencia, de la falta de alternativas,
y el hecho de que lo económico se
ha adentrado en terrenos hasta ahora ajenos
a lo que tradicionalmente se vino aceptando
como el ámbito “del mercado””.
Esa aversión se traduce entre los
más jóvenes, entre los “hijos
del capitalismo digital”, en prácticas
(inconstantes) de insumisión, de
no dejarse invadir por la lógica
económica y dar algo de sentido al
día a día. Y, en términos
electorales, tal vez este sería el
hueco de la Alternativa de Izquierda, siempre
y cuando no se plantee un simple retroceso
al “paraíso perdido”
del contrato social de los años 60
y no se entregue a la nostalgia del “buen”
capitalismo fordista.
A estas alturas del
proceso de confluencia WASG-PDS, no obstante,
todavía quedan algunos de cabos por
atar. La última palabra la tendrán
las bases de ambos partidos, que s epronunciarán
sobre la plataforma electoral a lo largo
de julio. Y luego queda también la
elaboración de las listas electorales.
Seguiremos informando