El amigo musulmán
Por Luis M. Rivas
Los estrategas occidentales
que venden la guerra mundial contra el terrorismo
islámico, han hecho una excepción
en Bosnia y Kosovo. Entre los amigos de
nuestros muchachos cristianos de la OTAN
hay también extremistas musulmanes
albaneses. Uno de éstos tiene la
costumbre de hablar demasiado por teléfonos
intervenidos.
Los disturbios antiserbios registrados el
pasado marzo de 2004 en Kosovo no tomaron
tan desprevenidas a las tropas alemanas
de la KFOR, como Berlín venía
asegurando desde entonces. Al contrario;
la segunda cadena de la televisión
pública (ZDF) y el diario Junge Welt
revelaron el 18 de noviembre que los servicios
de información alemanes (BND) sabían
que se estaban preparando los ataques a
la minoría serbia de Kosovo ya a
finales de febrero.
La denuncia se centra en la
figura de Samedin Xhezairi, confidente a
sueldo del BND y conocido en los círculos
del autodisuelto UCK (Ejército de
Liberación del Kosovo) como comandante
Hodza. (Los reporteros de la televisión
alemana vinculan, incluso, a Xhezairi con
Al Qaeda). La ZDF y Junge Welt mencionan
transcripciones de escuchas telefónicas
realizadas por varios servicios secretos
occidentales en las que Xhesari comenta
a finales de febrero la preparación
del pogrom antiserbio en Urosevac, Orahovac
y Priznen. Es decir, varios países
de la OTAN sabían qué se estaba
cociendo, independientemente de la intensidad
posterior de los ataques. El estado alemán,
tenía además un hombre en
el centro de los preparativos, según
las pruebas de la ZDF.
El gobierno federal calificó
de absurda la acusación de que sus
servicios secretos hubieran “retenido
u ocultado” información en
vísperas de los sucesos de Kosovo.
Sobre la presencia de un topo en círculos
extremistas albaneses, el ejecutivo ha preferido
callarse. A los pocos días de saltar
el “escándalo”, el tema
ha desaparecido de los medios, tal vez porque
coincide con otro “escándalo”
de la seguridad nacional: los malos tratos
a reclutas en varios acuartelamientos del
ejército (Bundeswehr). De cualquier
modo, el caso Xhezairi ha quedado aparcado
en una comisión parlamentaria.
Pero hagamos memoria. Después
de numerosas críticas tras los sucesos
del 17 y 18 de marzo, el ministerio alemán
de defensa reconoció en agosto, tras
una investigación interna, que el
contingente alemán de las KFOR había
cometido graves errores de comunicación
con otras fuerzas y a la hora de impedir
las agresiones. Policías germanos
de la ONU denunciaron en su momento haber
sido dejados en la estacada por la Bundeswehr.
En la zona bajo control
alemán en el sur de Kosovo fueron
destruidas en dos días varias iglesias
ortodoxas y numerosas viviendas serbias
(en total ardieron según la UNMIK
35 templos y 350 edificios de viviendas
o casa de no-albaneses). Las agresiones
o el miedo obligaron a 3.600 serbios y gitanos
romaníes a dejar sus hogares, sumándose
así a los 200.000 kosovares no-albaneses
(fuentes serbias hablan de 350.000) que
han abandonado la provincia desde la llegada
de la OTAN en 1999. Un proceso de limpieza
étnica que no merece ya el seguimiento
de los medios occidentales de comunicación.