Reforma laboral en Alemania:
ya nada será como antes
Por Luis M. Rivas. BerlinSur
El primero de enero de 2005
entraron en vigor dos medidas del gobierno
socialdemócrata-verde enmarcadas
en el ajuste estructural del mercado laboral
y del sistema de protección social
que desde hace seis años aplican
sin pestañear. Una „reforma“
acompañada y aplaudida desde el comienzo
por grupos de presión económicos
y mediáticos (la oposición
conservadora ha sufrida ya media docena
de tirones de oreja de la patronal por las
críticas a las mediadas de gobierno).
El primero de enero entró en vigor
la reestructuración de la ayuda por
desempleo (conocida como Hartz IV) y la
siguiente fase de la reforma fiscal.
En detalle: quien hasta ahora
perdía el empleo en Alemania recibía
durante un año ( o más, los
mayores de 55 años) subsidio de desempleo
y después una ayuda para desocupados
de larga duración. Ambas cantidades
en base al último salario recibido.
Con Hartz IV la ayuda a desocupados desaparece.
Después de 12 meses de subsidio,
el parado recibe una cantidad equivalente
a la ayuda social (Sozialhilfe) que en jerga
oficial se denomina “subsidio por
desempleo II”, o Alg.II). Y sólo
“quienes de verdad lo necesiten”;
quienes posean algún tipo de patrimonio
(algo ahorrado, por ejemplo, porque uno
ha sido obediente y piensa en garantizarse
privadamente la jubilación) o quien
tenga una pareja con ingresos, aunque sean
modestos, se quedará fuera de juego.
Las cifras que ya se barajan en este sentido
hablan de cientos de miles, sobre todo mujeres,
de perceptores de ayuda a desocupados que
no recibirán nada a partir de enero
de 2005. Los „afortunados“ con
Alg. II se deberán conformar con
345 euros al mes en el oeste de Alemania
y 331 en el este (hogar unifamiliar), además
de un extra para el alquiler de la vivienda.
La justificación oficial
para este programa de empobrecimiento masivo
es: el estado asistencial es impagable,
en las arcas públicas no hay dinero.
Paralelamente a Hartz IV entró el
primero de enero la siguiente fase de la
reforma fiscal: para las rentas más
bajas se reduce en un 1 por ciento el tipo
mínimo impositivo, para las rentas
más altas pasa del 45 al 42. Mientras
un asalariado normal podrá quedarse
con 50 ó 100 euros más en
el bolsillo (que irán a parar al
seguro complementario de pensiones, dentista,
cubrir la subida de jardín de infantes,
transportes, alquileres….es decir
no le quedará un mango para “consumir”
como “espera” el gobierno),
las rentas más altas se llevarán
un regalo de miles o decenas de miles de
euros por cabeza. En otras palabras: para
los desempleados el Estado no tiene dinero,
pero los millonarios pueden ser subvencionados
con orondas rebajas fiscales.
La justificación de esta reforma
tributaria es: hay que dejar más
dinero a la gente para que consuman más
y así se reactiva la demanda interna,
y por ende la economía nacional.
Pero, más dinero sólo quedará
en los bolsillos que ya están llenos
y los monederos que ya están en las
últimas, estarán aun más
vacíos. A todas luces no se trata
de reactivar la economía, sino de
una redistribución de la riqueza
de abajo a arriba de la sociedad amparada
y fomentada por el gobierno roji-verde.
Oficializar
la precariedad.
Los perceptores de Alg. II no podrán
negarse a realizar los denominados 1-euro
jobs, tareas no cualificadas para organismos
municipales u organizaciones asistenciales
pagadas a un euro la hora. Quien se niegue
a realizar esas labores corre el riesgo
de perder parte de los 345 euros mensuales
del subsidio. Esto es, desde hace tiempo,
dura realidad para los beneficiarios de
ayuda social (Sozialhilfe). Aunque el gobierno
lo niegue vehementemente, esos 1-euro jobs
van a destruir puestos de trabajo formales.
Los sindicatos ya han echado sus cuentas.
Pero ahí no acaba todo. Hartz IV
restringe enormemente el margen del desempleado
para rechazar una oferta de trabajo que
considere inaceptable. La nueva ley considera
que toda oferta es aceptable, aunque esté
mal pagada. Con una limitación: el
salario a recibir no puede ser un 30% inferior
a lo estipulado en el convenio colectivo
local del sector. Ya hoy tenemos convenios
colectivos en regiones deprimidas con salarios
por hora de entre 4 y 6 euros: vigilancia
privada en instalaciones del ejército
Sajonia-Anhalt 3,91 euros/hora brutos, revisor
boletos-Turingia 4,49, vigilancia privada-Brandeburgo
4,84, peluquería-Berlín 5,47,
etc.
Si restamos el 30 por ciento máximo
autorizado, un empleado a tiempo completo
recibirá un sueldo bruto máximo
mensual de 700-800 euros. (A titulo comparativo:
el límite para embargar a un deudor,
es decir, la cantidad que a un ciudadano
insolvente debe de quedarle al mes para
vivir y que el acreedor no puede embargar,
es actualmente en Alemania de 930 euros/mes/persona)
La sospecha es que esos salarios de miseria
no van a ser una “exclusiva”
para desempleados. La presión a la
baja sobre los salarios aumentará,
añadiendo a las exiguas subidas logradas
por los sindicatos en los últimos
años (la congelación salarial
es por otra parte moneda corriente en numerosos
sectores desde hace diez años, p.ej.
trabajadores por cuenta propia en medios
de comunicación; por no hablar de
la economía informal)
Y si ahora el estado obliga a los desempleados
a trabajar hasta un 30 por ciento por debajo
del salario acordado en convenio, a corto
o medio plazo los convenios bajarán
(o como sueñan los empresarios desaparecerán
los convenios marco por sector)
Es decir, Hartz IV supondrá un empeoramiento
de las condiciones laborales de quienes
todavía tienen empleo. A su vez,
los desempleados se verán obligados
a aceptar trabajos aún peores, y
los ingresos seguirán bajando. La
reacción en cadena está servida.
Un mecanismo que ya existe a escala internacional.
Los empresarios alemanes no pierden oportunidad
de exigir salarios y cotizaciones a la seguridad
social más bajos y así, nos
dicen, ser competitivos a escala internacional.
Curiosamente, ninguna economía del
mundo exporta tanto como la alemana. Uno
se pregunta, pues, ¿qué economía
nacional es más competitiva que la
alemana?. Lo único que puede ocurrir
es que si también en Alemania, en
la economía exportadora número
uno, se bajan los salarios, ello repercuta
negativamente en los ingresos de los trabajadores
de economías más débiles.
Y otra vez tenemos la famosa reacción
en cadena.
Pobreza
y Riqueza
NO hay alternativa a esta política
de precarización, nos dicen todos
los partidos parlamentarios. Y quienes la
critican, no han entendido a qué
imperativos económicos nos enfrentamos,
añaden los “expertos”.
Sólo si los pobres son más
pobres, parecen decirnos, se crearán
más puestos de trabajo….algún
día, ya veremos cómo…Todo
bien vaporoso; la realidad ya hoy es que
la rebaja fiscal y la congelación
salarial de facto (practicada desde hace
una década) no han creado empleo,
solo han permitido aumentar los beneficios.
Y este es la verdadera espina dorsal de
esos “imperativos económicos”.
El 30.6.04 el Frankfurter
Allgemeine Zeitung (el vocero empresarial)
calificó Hartz IV del “mayor
recorte de prestaciones sociales desde 1949”.
Lo que el diario olvidó de añadir,
como lo “olvidan” la mayoría
de políticos y periodistas, es que
esos recortes se producen justo cuando en
Alemania hay más riqueza que en toda
su historia. Nunca se había producido
tanto, nunca habían crecido tanto
los patrimonios privados. Por eso ha llegado
el momento de exigir un mejor reparto, si
no también otro uso de esa enorme
riqueza.
La izquierda social en Alemania, como en
el resto del planeta, está también
a la búsqueda de nuevas coordinadas
político- económicas, un nuevo
sistema que permita cubrir las necesidades
básicas de las personas y salir de
este pantano capitalista que cada día
produce nuevas formas de exclusión
y precarización, mientras ampara
el aumento de beneficios, la acumulación
de la riqueza y la destrucción insostenible
de la naturaleza. Y, como se apunta en un
texto del foro Social de Berlín:
“..todo ese laberinto jurídico
y mediático denominado reformas,
es, ante todo, un instrumento para disciplinar
a la población que ya carece de todo
y a la mayoría de la población
que tiene miedo de precipitarse en la precariedad.”
Protesta
y (sobre)vive
Las movilizaciones contra la reforma laboral
tuvieron un envidiable arranque en septiembre-octubre
de 2004 con manifestaciones todos los lunes
en decenas de ciudades.
El movimiento se ha ido desvaneciendo, sin
embargo, poco a poco. La campaña
estatal descentralizada para el 3 de enero
(entrada en vigor de Hartz IV) tuvo una
resonancia discreta. En Berlín 400
personas intentaron ocupar, sin éxito,
la oficina de desempleo del popular distrito
de Wedding. En estos momentos la izquierda
social intenta recomponer su estrategia
y propuestas…y, de reojo, confía
en que esa mayoría hasta ahora silenciosa
vaya creando formas propias de resistencia
(en lugar de caer en la apatía y/o
autodestrucción), una cultura política
nueva para esta nueva situación creada
en Alemania.
Fuentes: Prokla (revista crítica
de ciencias sociales www.prokla.de);
berlin von unten, publicación sobre
mov. Sociales en berlín ;
www.berlinvonunten.net