Por Liliana Martínez
Polo Redactora de EL TIEMPO
De niño,
Jacinto es parte de una cadena de comercio
de mercancía ilegal. Más adelante
llega a ser uno de los líderes.
Su vida, contada en forma
de diálogo, es el punto de partida
de Luis Fayad para mostrar el conflicto
colombiano.
"Los niños ya
no juegan a indios y vaqueros sino a la
Tropa, los Negociantes y los Paratropas.
A la Insurgencia no la nombran porque es
lo único que el rector no aguanta",
le dice Jacinto a su madre en el primero
de los capítulos en forma de diálogo
de Testamento de un hombre de negocios,
novela del sociólogo y escritor bogotano
Luis Fayad (1945).
Cada diálogo es una
etapa en la vida de Jacinto: es niño
cuando habla con su madre y es un hombre
preocupado por sus hijos en la última
charla. En las charlas se registra el negocio
familiar. El comercio con una mercancía
ilegal, que nunca es identificada en el
texto.
Los diálogos de paz,
la explosión en el aire de un avión
de pasajeros, la detonación de un
cilindro de gas en una iglesia son elementos
familiares para los colombianos. Pero el
nombre del país no está presente.
Insurgencia y Paratropas piden un porcentaje
de las ganancias del negocio. Algunos agentes
de la Central de Inteligencia Extranjera,
así como políticos corruptos
y aristócratas venidos a menos buscan
su porción. Al seguir las charlas
de Jacinto, podría uno preguntarse
si de veras Fayad vive hace 30 años
en Alemania. Parece que escribiera desde
los mismos escenarios de su obra.
"¿Desarraigado
de qué? Desarraigado de nada -le
dijo a EL TIEMPO el autor de Los parientes
de Ester (1978), Compañeros
de viaje (1991) y La caída
de los puntos cardinales (2000) -.
Vivo en Alemania, pero no puedo vivir sin
Colombia porque el país es lo que
escribo. Incluso leo en voz alta lo que
estoy redactando para que suene a mi lenguaje,
que es colombiano".
La novela habla de un 'hombre
de negocios', pero son las mujeres -Fabiola,
Carla y la abuela- quienes llevan las riendas.
Sí,
les doy más fuerza que al protagonista.
Es curioso, veo que el hombre trata
mejor a los personajes femeninos que
la mujer a los personajes masculinos.
Creo que en Colombia ha existido siempre
un matriarcado oculto, tanto en política
como en negocios. El hombre aparece
más que la mujer, pero ella,
más discreta ha decidido muchas
cosas. Ella llega a ser más decidida,
en cambio él se ha equivocado
más, quizás por torpeza
o exceso de vanidad. |
¿Por qué el
diálogo como recurso narrativo?
El
diálogo me permitía encontrar
el lenguaje que yo quería. |
Tampoco nombra un lugar específico
ni llama por su nombre a los grupos armados,
¿Por qué?
Los
nombres geográficos no van porque
el tema y el negocio se pueden identificar
con Colombia, pero hay países
que viven cosas parecidas. Nombrarlo
era mostrar la imagen de un solo país,
cuando en realidad ocurre en muchos.
Tampoco llamé a los actores por
su nombre para que no pareciera un reportaje
periodístico. Esto es, ante todo,
una novela. |
Sin embargo, habla de hechos
identificables.
De
lo que ocurrido, conservé los
hechos que más pudieron influir
en la situación actual del país,
ya fuera porque la cambiaron, la empeoraron
o hicieron reflexionar a la gente. Un
atentado en una iglesia o la explosión
del avión son hechos que dejaron
al descubierto hasta dónde eran
capaces de llegar los actores armados.
|
Hay un pasaje divertido,
el de la 'Mula encantada', que se convierte
en una especie de Robin Hood de las mulas
presas en el exterior...
Es
la respuesta a lo que muestran de nosotros
los países desarrollados. Una
respuesta a esa idea de que el mal se
está causando desde Colombia.
Ellos crean personajes disfrazados hacia
lo negativo del lado nuestro y nunca
del lado de ellos. Además, como
en el mundo también hay parejas
de delincuentes, me acordé mucho
de Bonnie and Clyde cuando estaba escribiendo.
|
En el libro, los negociantes
parecen ser los menos malos. ¿En
realidad lo cree así?
Cuando
escribía la novela, yo mismo
me lo preguntaba. No quise que el lector
pensara en acusar o salvar a nadie,
sino mostrarle lo que sucede. Quise
mostrar que los negocios ilegales son
una práctica en todo el mundo.
Se está perdiendo la creencia
de que los negociantes ilegales le hacen
mal al mundo. Todo el mundo está
ligado a esto, por eso, al final, terminan
no queriendo destruirlo sino buscando
participar, por eso hacen atrocidades.
En ese caso, los negociantes terminan
siendo los menos malos. Además,
crecieron viendo el tráfico ilegal
como un modo de vida, entonces como
esto viene de familia, se sienten los
menos nocivos. |
Testamento de un hombre de
negocios
Luis Fayad
Arango Editores
276 páginas