La injusticia
federal, de Juan Gasparini
En esta excelente investigación
del periodista argentino radicado en Ginebra,
Juan Gasparini, se desnuda el mecanismo
de administración de los fondos reservados
en el pasado reciente, que ha convertido
a la SIDE
(Secretaría de Informaciones del
Estado) en un banco del gobierno de turno
para lavar dinero. Las coimas del Senado
es un caso testigo de cómo operaba
la SIDE, pagando sobresueldos a funcionarios,
comprando voluntades y financiando irregularmente
campañas políticas.
El relato describe las negociaciones
y los debates parlamentarios para concertar
la ley de flexibilización en el mercado
de trabajo, que propiciaran los sobornos,
perfilando sus actuaciones los entonces
ministros del gobierno De la Rúa,
Mario Alberto Flamarique, en Trabajo, y
Fernando de Santibañes, en la SIDE.
La narración se interna a su vez
en la crisis que desencadenara las renuncias
de esos dos ministros, del Vicepresidente,
Carlos Chacho Alvarez, y la expulsión
del jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno.
En ese contexto se examinan
las fortunas de los principales senadores
implicados, entre los que se destacan, Emilio
Cantarero, Augusto Alasino, Remo Costanzo,
José Genoud, Ramón Ortega,
Ricardo Branda y Alberto Tell. Se da seguimiento
además a los viajes, dentro de los
expedientes y al exterior, de Jose Genoud
y Leopoldo Moreau. No se olvidan, por supuesto,
las razones que provocaron el quiebre de
Mario Pontaquarto, Secretario Parlamentario
del Senado al ocurrir los hechos, quien
en el 2003, autoincriminándose y
sin peddir ni sacar ventajas, reveló
ciertos detalles del trasiego de al menos
una parte de esta 'coima de la Rúa'.
A partir de un análisis
de la causa judicial, el reportaje observa
el papel de los jueces que han instruido
el sumario, Carlos Liporaci, Gabriel Cavallo
y Rodolfo Canicoba Corral. También
las intervenciones de los fiscales Eduardo
Freiler y Federico Delgado, de la Oficina
Anticorrupción, y de la Sindicatura
General de la Nación (SIGEN), encabezada
por Rafael Bielsa, cuando auditara la SIDE.
Este libro aparece cuando
la Argentina ha quedado rezagada en la lucha
contra la corrupción en Latinoamérica,
según lo han señalado los
informes de Transparencia Internacional
y Poder Ciudadano. No solo por la ineficaz
legislación para erradicarla, sino
también por los índices que
la ubican con bajo puntaje (2,5 sobre 10)
relegándola al puesto 108 en un total
de 146.
Esto acontece en momentos
que una revuelta popular en Ecuador ha tumbado
al presidente Lucio Gutiérrez, movilizada
contra los pactos políticos exculpatorios
que detonaran el retorno de tres mandatarios
exiliados procesados por corrupción
(Abdala Bucaram, Gustavo Noboa y Alberto
Dahic). Asimismo por sucesos de esa índole
bajo gobiernos democráticos, se hallan
en detención preventiva domiciliaria
dos ex presidentes de Costa Rica, Rafael
Angel Calderón y Miguel Angel Rodríguez,
este último ex Secretario General
de la OEA. A su vez, en Nicaragua, el ex
presidente Arnoldo Alemán fue condenado
a 20 años de cárcel, y el
actual, Enrique Bolaños, ha sido
acusado en el Congreso de recibir prebendas
del exterior. Al propio tiempo, los pedidos
de extradición contra los ex presidentes
de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada,
y de Perú, Alberto Fujimori, que
huyeran a Estados Unidos y Japón,
requeridos originariamente por crímenes
de represión, vienen de ser ampliados
a infracciones de corrupción. Sin
embargo, en Argentina, las causas contra
los ex presidentes Menem y De la Rúa
languidecen en la inanición.
Por otra parte, el informe
sobre lavado de dinero que regularmente
se debate en el Senado de los Estados Unidos,
provocó el año pasado la inculpación
del ex dictador chileno Augusto Pinochet
por delitos comunes al descubrírsele
alrededor de 16 millones de dólares
depositados en un banco en Washington, pero
tres años antes, a pesar de los sonados
anticipos ventilados por la prensa que motivaran
la creación de una Comisión
en la Cámara de Diputados ante un
informe similar del Senado norteamericano,
en Argentina no ocurrió absolutamente
nada.
A proposición del Presidente
Néstor Kirchner, el Senado nombró
a fines del 2004 a Daniel Rafecas como nuevo
juez federal para ocuparse del cohecho en
la Cámara Alta de la República,
el cuarto magistrado instructor desde el
año 2000. Se aguarda que concluya
las medidas pedidas por la Cámara
Federal que anuló los procesamientos
que se habían dictado en el expediente,
las cuales se enumeran en el libro, cuyo
cumplimiento se haya prácticamente
finalizado. A iniciativa de Rafecas, en
los próximos días se les va
a tomar declaración a varios de los
involucrados en estas coimas (Flamarique,
Genoud, Costanzo, Alasino, Tell y Carlos
Becerra, ex jefe de la SIDE). Reactivado
así el sumario, el juez es llamado
a resolver en el curso de 2005 si los tribunales
podrán terminar de esclarecer el
caso emblemático de corrupción
que desestabilizara la democracia argentina,
y conducir a sus responsables a juicio oral.
'Todo en esta vida es mejor
la segunda vez', Clint Eastwood.
(Edhasa, Argentina, 2005).
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Juan
Gasparini (Azul, Argentina, 30
de abril de 1949) reside en Ginebra
desde 1980, donde es corresponsal de
El Periodico de Cataluya, colaborando
también con El Universal (México),
El Tiempo (Bogotá), Bracha (Montevideo),
Clarín (Argentina), CNN en español,
AFP, Notimex y Agencia IPI.
Siempre en el periodismo de investigación,
en España ha publicado «Roldan-Paesa:
la conexión suiza» (Akal,
1997) y «Borges la posesión
póstuma» (Foca, 2000).
En Argentina es autor de «La pista
suiza» (Legasa, 1986), «Montoneros,
final de cuentas» (Puntosur, 1988,
reeditado en 1999 por Ediciones La Campana)
y «El crimen de Graiver»
(Ediciones B, 1990). Es coautor con
Norberto Bermúdez de «El
testigo secreto» (Javier Vergara,
1999) y «La prueba» (Javier
Vergara, 2001), y con Rodrigo de Castro
de «La delgada línea blanca»
(Ediciones B, 2000), libro este último
que ganó el Premio Rodolfo Walsh
de literatura de no-ficción 2001
en la Semana Negra de Gijón.
Veinte años de labor periodística.
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