Por Cristo Rafael Figueroa
Sánchez
Después de novelar
distintos momentos del desarrollo urbano
de Bogotá, Testamento de un hombre
de negocios, cuarta novela de Luis Fayad,
se constituye en recreación de un
ambiente nacional entre fines de los años
ochenta y la década de los noventa
del siglo XX; en este ámbito, una
red de intereses, poderes y conflictos,
compromete estamentos gubernamentales, políticos,
sociales y económicos del país,
como núcleo estructurante del acontecer
narrativo y como destino familiar asumido
por el protagonista.
La estructura dialogal de
esta novela entre el protagonista, los miembros
de su familia, los socios en el negocio
y un escritor, quien como conciencia narrativa,
sólo puede ofrecer versiones de aquello
que Jacinto le solicita comunicar sobre
los alcances del negocio, el cual, de empresa
familiar con fines de superación,
se ha convertido en un complejo tejido de
poderes mutuamente contaminados: militares,
insurgentes, representantes del gobierno,
paramilitares, empresarios, políticos,
industriales, oligarcas, indígenas,
campesinos y comisiones extranjeras.
Los diálogos originan
puntos de vista, que al confrontarse permanentemente,
no permiten una visión unilateral
de la problemática representada:
el aprendizaje de tres generaciones de negociantes,
centrado en Jacinto, y seguramente perpetuado
en sus hijos, constata cada vez más
la proliferación de intereses y actores
en conflicto; no obstante, en un momento
determinado de la trayectoria vital y del
acontecer narrativo, el personaje encuentra
en el amor de la esposa, del cual tuvo serias
dudas, un valor superior a la riqueza y
al poder acumulado durante años.
La estructura abierta del texto, sumada
al probado talento narrativo de Luis Fayad
y a su conocimiento crítico de la
situación actual del país,
hace de Testamento de un hombre de negocios
otra muestra lograda del valor que como
forma privilegiada de conocimiento, comporta
una estética literaria asumida con
compromiso y responsabilidad.