Industrias Metalúrgicas
y Plásticas Argentinas, IMPA, fue fundada en
la década del 20 con capitales ítalo-alemanes,
y estatizada en 1946 por el gobierno de Juan D.Perón.
En los años 50 llegó a tener más
de 3 mil trabajadores. En 1961 el presidente Frondizi
la convirtió en una cooperativa, pero los sucesivos
manejos fraudulentos condujeron a Impa al vaciamiento
y la quiebra. En enero del 98, un grupo de 30 obreros
activos y otros cien cesantes decidió tomar las
instalaciones y recuperar la fuente de trabajo. Pocos
meses más tarde, lograban hacerse con el control
de la fábrica y conformar una cooperativa de
trabajadores, que aglutina hoy a 171 obreros que cobran
salarios iguales. IMPA fabrica vajilla descartable,
pomos para dentíficos y pomadas y envolturas
de golosinas. En el edificio funciona también
desde el 98 el centro cultural “La Fábrica,
ciudad cultural”, creado por los trabajadores
tras recuperar las instalaciones.
¿Qué
estructura de funcionamiento tiene Impa hoy?
Hay un consejo de administración compuesto
por once trabajadores que se elige una vez por año,
al que todo trabajador puede acceder porque cada uno
vale un voto. Hay un presidente, un secretario, una
serie de formalidades que hay que tener para funcionar
como empresa, presentarse a los bancos, estar en orden
en personas jurídicas, impuestos, etc. Hay
una gerencia, entre comillas, que es más una
coordinación, que ocupo yo, y ocho coordinadores
por cada área de producción, un departamento
comercial y uno financiero. Es decir hay practicamente
10 compañeros que están en la gestión
diaria. Además de cinco vendedores, que son
socios también y que están en la gestión.
O sea que prácticamente somos 25 trabajadores
que estamos en el manejo cotidiano, es decir en una
gestión colegiada. No hay una estructura verticalista.
Y todos los trabajadores son socios, son dueños
del capital. Según como fueron las ganancias
cada mes, la asamblea decide si se reparte un plus
por trabajador, o no.
¿Cómo
se toman las decisiones?
Hay una decisión por consenso, se discute todo.
Si alguien tiene un argumento viene y lo explica.
Puede ser la idea más loca. Por ejemplo, una
idea que ha traído el último de los
compañeros que entró a la fábrica.
Impa durante 30 años dependió de comprar
el aluminio a Aluar, que tiene el monopolio del aluminio
en Argentina. Y fue esa una de las causas que la llevó
a la quiebra, porque Aluar te pide primero pagar y
luego retirar, no da ningun tipo de crédito.
Y nosotros en plena crisis no podíamos seguir
trabajando asi, cuando ya habíamos recuperado
la cooperativa. Entonces vino un compañero
y dijo que un cliente había comentado que podíamos
trabajar con chatarra. Los ingenieros siempre habían
dicho durante 30 años si no era lingote puro
de Aluar, lingote virgen, no se podía. Entonces
dijimos vamos a probar. En vez de poner lingotes pusimos
chatarra en el horno. Hoy hacemos todos los productos
con chatarra, y sin ningún tipo de asesoramiento
especializado, sin estudios, sino que hubo una necesidad
práctica de resolver el problema. Hoy los compañeros
de fábrica son expertos en el manejo de chatarra.
Es un tipo de gerenciamiento totalmente distinto,
que viene de las ideas de todos. La empresa se potencia
más. Ese hecho, totalmente beneficioso, de
no depender de un único productor, surgió
de la gente.
¿Las
fábricas recuperadas representan una nueva
forma de producir, una nueva forma del trabajo?
Sin ninguna duda, el trabajador, el obrero tiene un
acceso a la información que no tiene en una
empresa privada. Alguna vez discutimos con sectores
más de izquierda, como la gente de Brukmann,
y ellos se oponían a la figura de la cooperativa
porque decían que era una figura de explotación,
que mantiene el sistema. Estoy de acuerdo, pero al
menos es autoexplotación. Además no
niega la figura del control obrero porque depende
de la conducción. En la cooperativa hay transparencia,
lo que pasa depende del conjunto y del compromiso
de la gente para encontrar soluciones. Y esto supone
claramente una inversión en el rol del trabajo
y del control.
¿Cómo
ves en adelante el proceso de recuperación
de fábricas y empresas en Argentina?
El fenónemo se va a seguir extendiendo mientras
siga habiendo desempleo alto y subempleo. Porque lo
que ha habido es un cambio de actitud del trabajador,
que ahora tiene un método de lucha que antes
no tenía. Quiero aclarar que cuando hablo de
trabajadores no hablo sólo de industriales-
hay que ampliar el concepto a los sectores medios,
que no son obreros, pero que asumieron también
esta actitud de decir: si cerró la fábrica,
la empresa, me hago cargo yo. Porque hoy en Argentina
pensar en el cobro de una indemnización es
irrisorio, y la posibilidad de encontrar otro trabajo
es un riesgo altísimo. Ese cambio sociológico
al que me refiero es irreversible en nuestro país.
En este momento estamos peleando por Gatic, la empresa
que tenía la conseción de Adidas y que
contaba con cinco mil trabajadores en siete provincias
de todo el país. Ya se logró la quiebra
y hay organizadas siete cooperativas para hacerse
cargo de la producción de zapatillas y telas
y todo lo que produce Gatic en el país. Es
decir que ya no es un caso sólo de Pymes (pequeñas
y medianas empresas) sino de una empresa grande. El
proceso de recuperación de empresas se va a
profundizar porque en Argentina no hay inversión.
Si ni el Estado ni las multinacionales invierten,
nos queda a los pobres, en el amplio sentido del término,
me refiero a las Pymes, las empresas recuperadas,
los trabajadores, buscar los mecanismos para generar
empleo. El Estado todavía no ha asumido esta
nueva situación.
¿Cuál
es la situación respecto a la ley de expropiación?
Cuando los trabajadores toman la planta, producen
el hecho político y un gran simbronazo. Primero
al juez, después al barrio, luego al consejo
deliberante y por ultimo a la municipalidad donde
están. Se convierte automáticamente
en un hecho social de todo el barrio en el que entran
a participar todos los actores sociales. Ese proceso
termina en una ley de expropiación individual
para cada caso, por dos o cuatro años. Pero
no hay una ley nacional. Después si no se resuelve
la situación definitiva jurídica de
los bienes, o el Estado paga, o paga la cooperativa
o vuelve al juez, que está obligado a sacar
a remate y desarmar la fabrica o la empresa. Eso es
lo que queremos evitar. Como el proceso tiene dos
años de acumulado, ahora hace falta una ley
nacional que de un paraguas a toda esta situación
que fue transitoria. Queremos que se reconozca al
sector que hasta ahora tuvo un surgimiento silvestre,
algun marco estatal que lo fortifique. Ya casi son
cien establecimientos expropiados por el Estado y
entregados a manos de los trabajadores
¿Está
surgiendo una nueva teoría política
desde la práctica de las fábricas y
empresas recuperadas?
Detrás de todo esto hay un nuevo paradigma,
una nueva discusión e incluso una nueva forma
de medir los bienes, relacionada con el concepto de
entropía. La recuperación de fábricas
tiene que ver mucho que ver con este concepto, que
es la segunda ley de la termodinámica. La termodinámica
son las leyes de la fisica que estudian la transformaciónes
del calor y de la energía en trabajo. La primera
ley dice que la energía no se pierde, cambia
de estados pero no se pierde. Pero la segunda ley,
que es la ley de la entropía, dice que en cada
cambio de estado se degrada y avanza lentamente hacia
el estado del “desorden”, no de caos.
La teoria del caos es un concepto cercano, pero no
es exactamente el concepto de la entropía.
Èste plantea primero la degradación
y el concepto de irreversibilidad, cuando algo se
degrada no podés volver atrás. Un ejemplo
práctico: el petróleo abajo de la tierra
tiene un potencial de trabajo para la humanidad. Cuando
está destilado y transformado en nafta especial,
en gas licuado, ya no puede volver a ser petróleo,
es imposible. Después, cuando cargas la nafta
en el tanque del auto, tiene una potencia de trabajo,
el transporte, todo lo que genera el movimiento de
un coche. Pero ni bien sale por el caño de
escape transformado en calor, ya ese potencial que
tenía de generar trabajo, de mover un motor,
lo perdió irreversiblemente, lo transformó
en calor que se va a la atmósfera y se perdió.
Ese proceso de irreversibilidad es el mas dificil
de ser aceptado en términos sociales porque
tiene muchas implicancias. En muchísimos terrenos,
que van de lo filosófico y religioso a lo sociológico.
¿Y
qué tiene que ver todo esto con el trabajo?
El trabajador está realizando una práctica
de baja entropía al recuperar una fuente de
trabajo con maquinaria obsoleta, frente a la alta
entropía de las empresas internacionales. La
humanidad para resolver el problema del empleo tiene
que asumir conceptos de baja entropía, que
son conceptos de baja tecnología, de tecnologías
artesanales, de mayor tiempo de trabajo por cada unidad
producida. ¿Cómo resolver el problema
del empleo si una bicicleta se hace en 15 minutos
y antes se hacia en 600 horas? Aclaro que éste
no es un planteo antitecnólogico. Aquí
el desafio es lograr instituciones estatales que armonicen
las dos tecnologías, la de punta y la ingeniería
social, que es necesariamente de baja entropía.
Todo esto reflejan las empresas recuperadas. Son todas
viejas. Cuando entras a Impa te parece que estas entrando
a una fábrica del siglo 19. Pero si vas a la
eficiencia económica no podría estar
en funcionamiento. Sigue en pie porque hay una ingenieria
social. La sociedad yá esta aplicando soluciones
de baja entropía. Los cartoneros son una solución
de baja entropía, buena, en terminos sociales.
Claro que no es bueno que anden los chicos entre la
basura, me explico, pero sí es bueno que la
sociedad recupere los desechos es una solucion de
baja entropía y genere así empleo. Lo
que falta ahora es transformar esa práctica
social en una teoria política más extensa.
Pero el debate ya está latente en Argentina.
¿Qué
ha ocurrido con las deudas de la fábrica?
Lo que hicimos fue en un primer momento un acuerdo
con los acreedores a 10 años de plazo. Gran
parte de la deuda está pagada, otra parte la
estamos licuando. Nos queda la deuda con el Banco
Nación, que tiene una hipoteca a su favor sobre
el edificio. Pero como Impa y el Centro Cultural son
ya una institución de la ciudad, el banco no
se atreve a ejecutar la deuda.
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