Nota
publicada en redvoltaire
Ex agente de la CIA y actualmente editor de Covert
Action Quaterly, Philip Agee analiza para la agencia
Alia2 los métodos que utilizan hoy los servicios
estadounidenses para desestabilizar a Venezuela. Esos
métodos son los mismos que utilizaron en América
Latina durante la Guerra Fría aunque usan también
nuevas vías de intervención adaptadas
a la situación actual. ¿Puede el conocimiento
de la historia impedir que ésta se repita?
Philip Agee es un ex agente de la CIA que dejó
la agencia en 1967 después de perder sus ilusiones
al comprobar que ésta trabajaba para mantener
un statu quo en la región.
«Empecé a darme cuenta
de que lo que mis colegas y yo hacíamos con
la CIA en América Latina no era más
que la continuación de prácticamente
500 años de explotación y de genocidio.
Comencé entonces a pensar en escribir un libro
-cosa antes inimaginable- para explicar el mecanismo.»
El libro, Inside the Company: CIA Diary,
se convirtió rápidamente en un best-seller
y se publicó en más de 30 idiomas. En
1978, tres años después de su publicación,
Agee y un grupo de periodistas comenzaron a publicar
un boletín Covert Operations Information Bulletin
(Boletín de Operaciones Encubiertas), que se
llamaría más tarde Covert Action Quarterly,
en el marco de una guerrilla periodística de
denuncia de las actividades de la CIA.
Naturalmente, las reacciones del gobierno
de Estados Unidos y, en particular, las de la propia
agencia ante el trabajo de Agee fueron bastante agresivas
y éste se vio obligado, a partir de los años
70, a dividir su tiempo entre Alemania y Cuba. Actualmente
es representante de una compañía petrolera
canadiense en América Latina.
A pesar de la reciente ola de artículos
contra Chávez publicados en la prensa estadounidense
y de las declaraciones amenazantes de todo un grupo
de altos representantes del Departamento de Estado
y el Departamento de Defensa, Agee percibe una estrategia
aún más cínica hacia Venezuela.
Basándose en los trabajos de William I. Robinson
sobre la intervención estadounidense de los
años 80 en Nicaragua y en documentos recientemente
publicados que describen detalladamente las actividades
de la CIA y del gobierno de Estados Unidos en Venezuela,
Agee sugiere que la estrategia de la CIA de «promoción
de la democracia» está en plena fase
de aplicación en Venezuela.
Como en el caso de Nicaragua en los
años 80, cierto número de fundaciones
entregan millones de dólares a la oposición
venezolana bajo la supervisión de una firma
privada de consejería contratada por la USAID
(United States Agency for International Development).
El secretario de Estado adjunto para
los asuntos del hemisferio, Roger Noriega, reafirmó
recientemente la determinación del Departamento
de Estado a llevar adelante su estrategia al declarar
el 2 de marzo de 2005, ante la comisión de
Relaciones Exteriores del Senado, que «apoyaremos
a los elementos democráticos en Venezuela para
que puedan continuar ocupando el espacio político
al que tienen derecho».
El financiamiento de esos «elementos
democráticos» tiene como objetivo la
reunificación de la oposición (hasta
entonces agrupada en una organización informal
llamada Coordinación Democrática) con
vistas a la elección presidencial de 2006.
Si fracasan durante las elecciones de
2006, pronostica Agee, la CIA y sus socios se concentrarán
en las elecciones siguientes, en 2012, después
en las de 2018 y así sucesivamente «porque
lo que está en juego es la estabilidad del
sistema político en Estados Unidos y la seguridad
de la clase política en Estados Unidos».
«¿Cómo analiza
usted los recientes acontecimientos en Venezuela?»
Cuando Chávez fue electo por
primera vez y comencé a seguir los acontecimientos
se veía claramente lo que pasaría después,
como en Chile en 1970 y en Nicaragua en 1979-80. Para
mí era indudable que Estados Unidos trataría
de modificar el curso de los acontecimientos en Venezuela
-como lo hizo en Chile y Nicaragua y como ya había
hecho antes en otros países.
Desgraciadamente, yo no tenía
tiempo de seguir los acontecimientos día a
día, aunque traté de hacerlo a distancia,
y cuando Eva Golinger creó su sitio en Internet
(http://www.venezuelafoia.info/)
empecé a leer ciertos documentos y veía
en ellos la aplicación de los mismos mecanismos
que en Nicaragua en los años 80, mediante la
infiltración de la sociedad civil y los esfuerzos
por influir en el proceso político y electoral
en Venezuela. Sobre el caso de Nicaragua escribí,
me parece que fue en 1979, justamente después
de la llegada de los sandinistas al poder, un análisis
sobre el programa que Estados Unidos iba a aplicar
allí.
Casi todo lo que escribí se hizo
realidad ya que todas esas técnicas de la CIA,
la USAID, el Departamento de Estado y, desde 1984,
la siguen el mismo esquema.
En Nicaragua, el programa para influir
en los resultados de las elecciones de 1990 comenzó
con año y medio de antelación, mediante
la unificación de la oposición y la
creación de un movimiento cívico, y
todo eso se está repitiendo en Venezuela. Ahí
reside mi interés político por el caso
de Venezuela, en el análisis de los hechos
y poder escribir varios artículos.
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Philip Agee.
Foto Nordic News Network.
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«En la época en que usted
estaba en la CIA, ¿cuál era la estrategia
más frecuente, en los servicios de inteligencia
estadounidenses, para proteger los “intereses
estratégicos” en América Latina?»
Cuando yo trabajaba en la agencia, a
fines de los años 50 y hasta finales de los
años 60, ésta emprendía operaciones
a escala internacional, regional y nacional para penetrar
y manipular los órganos de poder en diferentes
países del mundo, eso era parte de mi trabajo
en la CIA -la penetración y manipulación
de partidos políticos, sindicatos, movimientos
de jóvenes y estudiantes, de los círculos
de intelectuales, profesionales y culturales, de grupos
religiosos y de grupos feministas y, sobre todo, de
los medios de difusión. Por ejemplo, nosotros
pagábamos periodistas para que publicaran nuestras
informaciones como si se tratara de su propia información.
Las operaciones de propaganda no paraban
nunca. Durante las elecciones gastábamos también
grandes sumas de dinero en nuestros candidatos.
La CIA tenía del mundo una visión maniquea
en la que sólo existían los que estaban
con nosotros y los que estaban contra nosotros. El
trabajo de la agencia era penetrar, debilitar, dividir
y destruir las fuerzas políticas consideradas
enemigas, situadas normalmente a la izquierda de la
social democracia, en el seno de todas las instituciones
que acabo de mencionar para que éstas últimas
favorecieran los intereses de Estados Unidos.
Uno de los problemas que se le presentaban
corrientemente a la CIA en ese tipo de operaciones,
que comenzaron en 1947, era cómo enmascarar
todas esas grandes entregas de dinero, tan difíciles
de esconder. Así que la agencia creó
muy pronto toda una serie de fundaciones o llegó
a arreglos con ciertas fundaciones ya existentes.
A veces las fundaciones de la agencia
solamente existían en papeles, las dirigía
desde Washington algún abogado contratado por
la CIA. A principios de los años 50, el programa
internacional de la Asociación Nacional de
Estudiantes de Estados Unidos (National Students Association
of the United States) -asociación representada
en prácticamente todas las universidades- lo
dirigía la CIA, toda operación internacional
de la Asociación era en realidad una operación
de la CIA.
Y a cada nuevo director de la Asociación
de Estudiantes se le ponía al corriente del
funcionamiento de ese programa dirigido por la CIA.
El que fue nombrado en 1966 -era la época de
la guerra contra Vietnam y los movimientos de protesta-
se negó a continuar y contó toda la
historia a Ramparts Magazine, una publicación
ligada a la Iglesia católica. Ramparts lo publicó
todo y estalló un enorme escándalo.
Pero no por eso se abandonó la operación.
En febrero de 1967, el Washington Post publicó
un trabajo detallado sobre la red internacional de
financiamiento de la CIA.
En otras palabras, mencionaron por sus
nombres a las fundaciones y a cierto número
de organizaciones que se nutrían en el extranjero
del dinero de la CIA en el seno de diferentes instituciones
que ya mencioné -partidos políticos,
sindicatos, movimientos estudiantiles, etc.- y aquello
fue un desastre para la agencia. Yo estaba en aquel
entonces en la sede de la agencia, en el intervalo
entre una misión en Ecuador y otra en Uruguay,
cuando sucedió aquello. Fue un desastre para
la agencia.
En menos de dos meses, después del derrumbe
del aparato de financiamiento internacional, Dante
Fascell -un miembro de la Cámara de Representantes
de Miami estrechamente ligado a la CIA y a los cubano-americanos
de extrema derecha de Miami- propuso en el Congreso
la creación de las fundaciones no gubernamentales
que recibirían dinero del Congreso y lo distribuirían
después abiertamente a las diferentes organizaciones
que normalmente hubiesen recibido financiamiento clandestino
de la CIA.
Pero estábamos en 1967 y el consenso
entre demócratas y republicanos sobre la política
exterior se había roto, en cierta medida, así
que la proposición de Fascell no prosperó.
Es por eso que la CIA siguió
siendo, incluso después del derrumbe de su
red de financiamiento internacional, la agencia del
gobierno de Estados Unidos encargada de todas esas
actividades llamadas «operaciones clandestinas».
Por ejemplo, la CIA fue responsable de la desestabilización
del gobierno de Allende a partir de 1970. Resulta
que Allende estuvo a punto de ser electo en 1958.
En Chile, las elecciones tenían
lugar cada seis años y, con vistas al siguiente
escrutinio, la CIA comenzó a trabajar con más
de un año de antelación para impedir
su elección. Parte del dinero se utilizó
para desacreditar a Allende, al Partido Socialista
y a la coalición (la Unidad Popular) así
como a financiar la campaña de Eduardo Frei
-el candidato demócrata-cristiano. Frei ganó
las elecciones, pero Allende fue finalmente electo
en 1970.
Se ha probado que la CIA trató de impedir la
ratificación de su victoria por el Congreso
orquestando un golpe de Estado militar que fracasó.
Allende llegó a la presidencia y la CIA se
convirtió entonces en la agencia encargada
de fomentar el descontento popular, de hacer propaganda
contra Allende y su gobierno, de instrumentar huelgas
muy duras -la más importante fue la de los
camioneros, que interrumpió durante meses la
distribución de bienes y servicios, hasta desembocar
finalmente en el golpe de Estado de Pinochet, en septiembre
de 1973.
«¿Hubo cambios significativos
de estrategia dentro de la CIA después que
usted salió de ella, en 1968?»
Sí, en efecto. Durante los años
70 había dictaduras militares brutales en todo
el cono sur (Uruguay, Argentina, Paraguay, Brasil
y, claro está, en Chile con Pinochet). Todas
gozaban del apoyo de la CIA, dicho sea de paso. Fue
en ése entonces que una nueva filosofía
empezó a aparecer en las mentes de los altos
responsables de la política exterior estadounidense.
Esa nueva filosofía era que todas
aquellas dictaduras militares, con su corolario de
represión, desapariciones y escuadrones de
la muerte, etc., no eran quizás la mejor solución
para preservar los intereses de Estados Unidos en
América Latina, ni en ninguna otra región.
Según esa nueva filosofía, los intereses
de Estados Unidos se preservarían mejor recurriendo
a gobiernos democráticamente electos conformados
por una élite política que se identificara
con la clase dirigente estadounidense.
No hablo de fuerzas populares sino de
las clases políticas tradicionales de América
Latina, como las «oligarquías»,
para mencionar únicamente a ésas. Fue
así que se adoptó un nuevo programa
estadounidense, conocido con el nombre de «Proyecto
Democracia» que buscaría promover elecciones
democráticas libres y transparentes, pero de
forma tal que garantizaran el poder a las élites,
no al pueblo.
En 1979 se creó una fundación,
la American Political Foundation, que contaría
con una amplia participación de la principal
organización sindical de Estados Unidos, la
AFL-CIO [1], junto a la Cámara de Comercio
de Estados Unidos y los partidos demócrata
y republicano. Cuatro organizaciones de máxima
envergadura. Aquella fundación era financiada
simultáneamente por el gobierno y el sector
privado. Su tarea consistía en estudiar cómo
podía Estados Unidos aplicar la nueva filosofía
para promover la democracia.
El resultado fueron la National Endowment
for Democracy (NED) [2] y sus cuatro fundaciones asociadas:
el l’International Republican Institute (IRI)
del Partido Republicano, el National Democratic Institute
(NDI) del Partido Demócrata, el American Center
of International Labor Solidarity (ACILS) de la AFL-CIO,
y el Center for International Private Enterprise (CIPE)
de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
En lo tocante a la fundación de la AFL-CIO,
se retomó una organización ya existente
que había colaborado estrechamente con la CIA
durante muchos años, el American Institute
for Free Labor Development (AIFLD), y simplemente
le cambiaron el nombre.
«¿Cómo trabaja
exactamente la National Endowment for Democracy con
la CIA?»
El mecanismo es el siguiente. El Congreso
otorga millones de dólares a la NED y ésta
entrega después el dinero a lo que llaman «fundaciones
núcleos», o sea a las cuatro fundaciones
asociadas, que a su vez reparten el dinero entre los
subsidiados extranjeros. Todo eso empezó en
1984 y uno de los primeros beneficiarios fue la Cuban
American National Foundation (CANF), a la que pertenecen
los elementos y organizaciones anticastristas más
extremistas de Estados Unidos.
Pero en Nicaragua fue donde verdaderamente
se puso a prueba el nuevo sistema. A partir de 1979-1980
la CIA recibió la misión de organizar
allí las fuerzas militares o paramilitares
contrarrevolucionarias conocidas como los Contras.
Toda la logística y el apoyo
[de los Contras] llegaba de Honduras. Infiltraron
[en territorio nicaragüense] alrededor de 15,000
hombres que fueron derrotados por el Ejército
Sandinista. En 1987 sembraron el terror en las zonas
rurales de Nicaragua provocando la muerte de unas
3,000 personas y mutilando a muchas más. Se
trataba de una operación estrictamente terrorista.
Fueron incapaces, durante todo ese periodo, de apoderarse
del menor caserío y de mantener su control.
Desde el punto de vista militar fueron derrotados.
En 1987, América Central estaba
cansada de las guerras [que afectaban a] Salvador,
Guatemala y Nicaragua. Hubo una reunión de
los presidentes de esos países en una ciudad
de Guatemala llamada Esquipulas y llegaron por sí
mismos a una serie de acuerdos -Estados Unidos no
estaba implicado en eso- que incluían el desarme
de los Contras y el cese de las hostilidades en diferentes
países.
Hubo entonces un cese del fuego en Nicaragua,
pero la CIA no desarmó a los Contras porque
sabía que había elecciones en 1990 y
quería mantener a los Contras como una amenaza.
Aunque desde el punto de vista militar estaban derrotados
desde 1987, los Contras provocaron enormes problemas
económicos y los nicaragüenses sufrían
terriblemente con toda aquella destrucción.
Después de los acuerdos de Esquipulas,
la política de Estados Unidos cambió.
Se concentró más en penetrar la sociedad
civil y en reforzar la oposición al Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Uno
de los mecanismos era reforzar la Coordinación
Democrática Nicaragüense, que se componía
de representantes locales de los patrones, de ciertos
sindicatos, partidos políticos y asociaciones
antisandinistas.
Una sociedad privada de consejería
llamada Delphi International Group fue encargada de
la dirección de las operaciones destinadas
a influir en las elecciones de 1990. Esa sociedad
recibió la mayor parte de los fondos y desempeñó
un papel fundamental en el resultado de las elecciones
de 1990. La NED fue clave también en Nicaragua
a partir de 1984 y, mediante sus cuatros fundaciones
asociadas, en la penetración e injerencia en
el proceso electoral nicaragüense, actividad
que arrancó en 1988 para alcanzar su máxima
intensidad en 1989.
Con el fin de movilizar al máximo
el voto antisandinista y de controlar las elecciones
creando un frente político antisandinista,
la CIA y la NED crearon un frente cívico llamado
Vía Cívica y la tarea de ambas consistió,
ostensiblemente, en encauzar la formación política
y el militantismo, la acción cívica,
una acción cívica no partidista. Pero
todas sus actividades apuntaban en realidad a reforzar
el bando antisandinista. Por consiguiente, apareció
primero la Coordinadora, después la Vía
Cívica y, por último, la unificación
de la oposición, que no tuvo lugar hasta el
mes de agosto de 1989 más o menos, o sea seis
meses antes de las elecciones, ya bastante tarde.
Pero ya hacía tiempo que estaban
trabajando en el asunto y, a menudo mediante el simple
pago de sobornos, unificaron catorce de los veinte
partidos bajo el nombre de Unión Nicaragüense
de Oposición (UNO). La UNO presentó
candidatos únicos a todos los cargos. Estados
Unidos escogió a Violeta Chamorro para la presidencia.
En septiembre de 1989 se produjo entre
el gobierno de Estados Unidos y los sandinistas un
acuerdo muy extraño según el cual los
sandinistas debían permitir que Estados Unidos
entregara nueve millones de dólares a la oposición
a cambio de la promesa de que la CIA no aportaría
más fondos contra ellos. Sorprendentemente,
los sandinistas aceptaron. Por supuesto, lo primero
que sucedió fue que la CIA distribuyó
muchos millones de dólares más.
El redactor del libro sobre Nicaragua
en los años 80 y las elecciones de 1990 se
llama Bill Robinson, un universitario que vivió
un tiempo en Nicaragua durante los años 80.
Su libro se llama A Faustian Bargain. Es un libro
excelente, muy documentado y muy bien escrito. Él
estimó que Estados Unidos gastó más
de 20 millones de dólares en las elecciones
de 1990.
Y, como sabemos, los sandinistas perdieron.
La UNO obtuvo el 56% de los votos y los sandinistas
un 40% o algo así. Todas las operaciones emprendidas
para garantizar la derrota de los sandinistas en 1990
continuaron para garantizar que los sandinistas no
volvieran al poder en las elecciones siguientes, y
así fue.
«¿Cómo se aplica
ese modelo en Venezuela?»
En Venezuela existe algo parecido con
la Coordinadora Democrática, que se compone
de los mismos sectores y las mismas organizaciones
que en Nicaragua, aunque, según lo que he leído,
está más o menos en crisis en este momento.
Pero van a reactivarla, de eso estoy seguro. Aquí
hay una organización que se supone que sea
neutral y que se dedica a combatir la abstención
y a vigilar el desarrollo de las elecciones, que se
llama Súmate.
Ustedes tienen el grupo privado estadounidense
de consultoría llamado Development Alternatives
Incorporated que desempeña el mismo papel que
el Delphi International Group en Nicaragua. Ustedes
tienen a la vez el International Republican Institute
y el National Democratic Institute, ambos con oficinas
en Caracas. Hay, por consiguiente, tres oficinas que
reparten decenas de millones de dólares, oficinas
privadas que son controladas en realidad por la embajada
de Estados Unidos y la USAID.
Al día siguiente del fracasado
golpe de Estado de abril 2002 [3], se tomó
en Washington la decisión de hacer lo mismo
que en Nicaragua, o sea contratar una firma de consultoría
que sirviese de fachada para el dinero de la USAID,
mucho más cuantioso que el de la NED. El primer
contrato se firmó el 30 de agosto de 2002,
por un monto ligeramente superior a los 10 millones
de dólares para los dos años siguientes
destinados a actividades políticas en Venezuela.
Abrieron sus oficinas en agosto de 2002,
con cinco personas que llegaron de Washington, cinco
personas nombradas por la USAID. Fíjense bien,
contratan una firma privada pero son ellos quienes
nombran a las personas. Y el contrato estipula que
para que el Development Alternatives Institute pueda
contratar a un venezolano, éste tiene ser aprobado
por la USAID, en Washington.
No queda por tanto lugar para la menor
duda en cuanto a la naturaleza de esas tres oficinas
creadas aquí. Son instrumentos de la embajada
de Estados Unidos y detrás de esas tres organizaciones
está la CIA.
La utilidad de esas fundaciones y de
la firma de consultoría es que así la
CIA puede distribuir mucho más fondos, de manera
más abierta, a organizaciones que, por otro
lado, ya reciben dinero, lo cual hace más fácil
el enmascaramiento de esas sumas.
Así, si la USAID entrega alrededor
de cinco millones de dólares a Development
Alternatives, de los cuales hay tres millones y medio
destinados a préstamos para organizaciones
venezolanas, con un millón y medio o más
de la NED, usted tiene ahí entre seis y siete
millones de dólares repartidos abiertamente.
Todo eso se sabe gracias al trabajo de Eva Golinger.
Ella hizo un magnífico trabajo.
Como quiera que sea, la CIA puede aportar
bastante dinero, además de esos seis o siete
millones de dólares. Los documentos prueban
el apoyo a la huelga de la industria petrolera, [que
duró] de diciembre de 2002 a febrero de 2003,
y el apoyo a la campaña a favor del referendo
revocatorio. Como fracasaron en ambos casos, ahora
se van a concentrar en las elecciones [presidenciales]
de 2006.
Venezuela no es ciertamente el único
país objeto de ese tipo de operaciones para
reforzar la sociedad civil, promover la democracia,
formar gente con vistas a los procesos electorales;
todo eso no es más que una fachada para los
verdaderos objetivos que consisten en promover ciertas
fuerzas políticas en detrimento de otras. Venezuela
no es el único caso. Es realmente necesario
investigar ya que el Development Alternatives Institute
-según su sitio,
http://www.dai.com/ - está presente en
el mundo entero.
No todos sus programas los financia
el gobierno de Estados Unidos. También reciben
financiamiento del Banco Mundial y de no sé
cuántas instituciones del mismo corte. Es posible
analizar más de cerca y encontrar cuáles
son los demás programas similares a los de
Venezuela. Lo mismo sucede con el National Democratic
Institute y con las otras tres fundaciones asociadas
a la NED.
Eso permitiría saber dónde
están concentrando las operaciones de penetración
política, junto a la CIA, claro está.
Creo que es verdaderamente urgente revelar esos hechos
y denunciarlos como lo que son, o sea como una gran
mentira en la que se afirma que se promueve la democracia
cuando está destinada en realidad a derrocar
gobiernos, a cambiar regímenes o a consolidar
regímenes que están ya en el poder.
«Un ex miembro de la CIA, Félix
Rodríguez, declaró recientemente a la
televisión de Miami que Estados Unidos trataba
de provocar cambios en Nicaragua, quizás mediante
la violencia. Puso como ejemplo el intento de asesinato
del dirigente libio El Khadafi por la administración
Reagan. ¿Se trata de una posibilidad previsible
en el caso de Venezuela? »
Hay que recordar que en el caso de Khadafi
Estados Unidos creyó que él había
organizado el atentado contra una discoteca de Berlín
y el ataque aéreo contra Trípoli fue
una represalia. Chávez no ha cometido ninguna
provocación de ese tipo. Por consiguiente,
nada justifica un golpe militar y no creo que Estados
Unidos haya llegado al punto de tratar de asesinar
de manera tan abierta al presidente de un tercer país.
Quiero decir que la situación
es ya bastante mala en Estados Unidos -peor de lo
que ha sido nunca antes- pero no creo que sea para
tanto. Una cosa importante para Chávez, para
el movimiento bolivariano aquí, es tener en
mente que Estados Unidos no dejará nunca de
tratar de darle marcha atrás a la historia.
Los intereses de Estados Unidos están definidos
como el acceso sin obstáculos a los recursos
naturales, a la mano de obra y a los mercados de terceros
países.
Países como los de América
Latina son los que garantizan la prosperidad de Estados
Unidos. Mientras más gobiernos independientes
haya en el poder, con cierta dosis de nacionalismo
y que se oponen a la política de Estados Unidos
y al neoliberalismo, más se percibe en Washington
a esos movimientos como una amenaza, porque lo que
está en juego es la estabilidad misma del sistema
político y la seguridad de la clase política
de Estados Unidos.
Los venezolanos tendrán que luchar
por sobrevivir como los cubanos han tenido que hacerlo
durante 45 años. Dentro de 45 años,
Estados Unidos seguirá tratando de destruir
el proceso en marcha en Venezuela, si sigue por el
mismo camino que hoy, de la misma manera en que siguen
tratando de destruir la Revolución Cubana.
Detrás de cada presidente
vendrá otro. Fidel ha sobrevivido a nueve presidentes.
Creo por tanto que para los venezolanos es muy importante
entender que eso va a seguir y que la vigilancia,
la organización y la unidad serán imprescindibles
para escapar a los programas de Estados Unidos, para
no plegarse a su juego que consiste esencialmente
en dividir para vencer.
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