PARTE IV

Curso de castellano para parlantes*

Por Alejandro Lorente

Historia del castellano, y de por qué hablamos cada uno como Dios nos dio a entender.

En la segunda unidad o bloque de nuestro curso de castellano indagaremos en un aspecto que ha marcado muy hondamente a nuestra lengua (como a todas las demás, por cierto): la religión. Uno de nuestros redactores contempló en el Santo Sepulcro cómo un padre jesuita, a la sazón guía de un grupo de turistas españoles, aseguraba a su rebaño: “Queridos amigos, el cielo está lleno de santos españoles”.

Como España siempre ha sido bipolar en todos sus aspectos no ha dejado tampoco de serlo en su forma de entender la religión, o sea, el Catolicismo. En unidades posteriores resaltaremos la figura de Carlos V y su lucha implacable contra los enemigos de la fe. También relataremos su encuentro con Lutero en Alemania y su singular manera de engullir enormes cantidades de comida (Carlos V, no Lutero, que tenía otras debilidades). Pero nosotros, siempre atentos a la actualidad, y sin ánimo alguno de llevar un relato cronológico de los hechos castellanos, españoles y latinoamericanos, centraremos ahora la mirada en el inabarcable tema de los santos y la hagiografía hispánica.

Carácter bipolar, decíamos, que en el siglo XVI, al igual que se hiciera después con la guerra civil del siglo XX o con las numerosas guerras carlistas e intestinas (véase Colón), quedó marcado, dentro del catolicismo de pura cepa, por el cisma abierto entre los partidarios de Santiago Matamoros y los de Santa Teresa: o sea, la España de bombo y platillo y la otra, más liberal, de platillo y bombo. Durante 15 años fueron ambos copatrones de España, hasta que el embrollo creado por los partidarios de Santiago (entre los que cabe destacar nuestro insigne Quevedo) llevó al Vaticano a intermediar y resolver el asunto finalmente nombrando patrón único y definitivo de las Españas a Santiago Matamoros.

Ustedes se acordarán de la conversación inaudita e inédita entre Fernando e Isabel, grabada en una enredadera de Dueñas (Cientos de lectores han enviado sus quejas relativas a lo inverosímil del caso. Otros muchos han aportado pruebas fehacientes que apuntalan su veracidad). Pues bien, utilizando la más moderna tecnología de grabación, y pudiendo convencer a Juan Pablo II (aprovechando su sobrenombre de Papa mediático), justo antes de su Ascensión al cielo, para que llevara consigo el instrumental necesario, hemos instalado una serie de micrófonos de alta sensibilidad en el cielo para poder mostrarles, íntegra, una grabación espectacular: la conversación de San Juan de la Cruz con Santa Teresa, en presencia de Santiago Matamoros, Quevedo y otros héroes más de nuestra Santidad. No podemos negar que el mayor problema técnico consistió en fijar los micrófonos en el cielo, que como ya se sabe carece de paredes y de suelos.

El tema de conversación: la canonización de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Canonización impulsada por Juan Pablo II, al que agradecemos de todo corazón su generoso aporte a nuestro curso de castellano.
Obsérvense sobre todo las particularidades del lenguaje de la época.

La escena comienza con el encuentro celestial entre Escrivá de Balaguer y San Ignacio de Loyola , después de llegar la noticia de la canonización del primero (el jesuita no lo puede ser dos veces). San Juan de la Cruz y Santa Teresa contemplan la escena, mientras Quevedo quiere relatarla pero se le han olvidado las gafas. Santiago Matamoros matando el tiempo como siempre.
Escrivá de Balaguer recibe la inesperada noticia (inesperada para que pueda ser realidad, pues de lo contrario pecaría de inmodestia, condición ésta, la modestia, sin la que no podría ser santo). Hubo una vez un santo que dejó de serlo porque al exhumar su cuerpo se vio que lo habían enterrado en estado cataléptico y que en vez de asumir con humilde sumisión su duro destino (no es necesario decir que la tumba carecía de sistemas modernos de seguridad y comunicación) empezó a arañar el fieltro del ataúd, con lo que la posteridad fue testigo de su debilidad. Por eso el Papa de turno, uno de esos mediocres convencidos de que no hay gran hombre sin virtud, decidió descanonizarlo, verbo inexistente por su falta de uso, pero que nos hemos permitido incluir en nuestro curso por necesidad del entendimiento. Así fue, decimos, el diálogo en su trascripción íntegra:

Escrivá:
"Santos somos, en el cielo estamos, y nuestros gregorianos impuestos pagamos. Además, ahora es mi obra la que manda en el Vaticano."

San Ignacio se remite a la veteranía para no dejarse amedrentar por nuevos santos.

"Santos somos y en polvo nos convertiremos. Ya lo decía Quevedo.”

Santa Teresa comenta en voz baja a San Juan de la Cruz:
"Es verdad ángel de amor que viviendo sin vivir en mí muero, que por morir y no escuchar a estos plebeyos verdaderamente muero."

San Juan le contesta:
"Soledad sonora, y preferible al desconsuelo, al jesuita no lo soporto, pero el Escrivá del Amado me separa y por no verlo muero".

Quevedo increpa a Santa Teresa:
"Santa seréis vos y a vos mis respetos debo, pero con el polvo de mi sudor conseguí que fuera Santiago inevitable patrón de las Españas, y de los moros desconsuelo".

Nótese la frecuencia de la palabra desconsuelo en el cielo, quizás precisamente por eso, porque allí no hay suelo.

San Ignacio:
"No olvide usted San Bala o como le pongan que en primer lugar es catalán y que su Obra no ha dado virtudes cristianas, sino ministros y ministrables y menesteres, mientras nuestras misiones las Américas arrebataron a los paganos; que no pagaban sus impuestos aquellas creencias desleídas."

San Bala: "Saben aquel que diu, diu meu, aunque soy catalán me sale el portugués, por la nostalgia, y eso de que en el cielo se hable esperanto me tiene un tanto sentit. Que profunda emoción recordar mis años mozos, mira que yo era bueno, y listo, porque a ningún otro se le podía ocurrir reescribir la historia del catolicismo nefrítico con una base económica sólida, por así decirlo, y a nadie se le ha ocurrido, porque claro no tienen la clarividencia que da la santidad, que yo soy el Adam Smith del catolicismo postmoderno, que se aguanten los protestantes. De haber nacido yo 3 siglos atrás, España a Alemania e Inglaterra se habría comido, cambio el orden de la frase para estar a la altura de tanta santidad. Además, lo de Adam suena a pecado original, pero como yo no estuve con ninguna Eva, aunque la Perón no me terminaba de disgustar, soy la versión santa del primer hombre, que mira que era pecador. Ora pro nobis pecatorum Sanctus Ignatium."

San Ignacio:
"No me hables en latines, que te llevo unos cuantos siglos. Pero qué soberbio eres, si ya me lo temía yo, mientras estuviste trepando por los escalafones del cielo todo muy bien, pero ahora que eres un San Bala Perdida, ya no hay quién te pare, y mira que yo era activo. Lo único que te salva es que moriste terrenalmente el mismo año que el Caudillo, mira Jose María, a mí me gustaba más Jose Antonio."

Voz de la radio traída por Radio Nodo Celestial: (Nótese que en el cielo no se sigue la cronología al uso, es una encrucijada donde todo acontece siempre y nunca)
"El Santo Padre canonizó esta mañana, en olor de multitudes, al beato Jose María Escrivá de Balaguer, prohombre de la unidad y catolicismo de España, articulador de pensamientos de exaltación cristiana, y creador del Opus Dei, organización supraestatal activa en casi 100 países y con decenas de miles de socios en todo el mundo. El autor de su mayor bestseller, Camino, rezaba cada día 54 ave marías y 32 sin pecados concebidos, ayunaba los viernes por la mañana, mientras se duchaba, y demostró una santidad exacerbada en todo lo que hacía, cuando masticaba cada pedazo de frugal comida lo hacía durante el tiempo que necesitaba para 18 padres nuestros. Un bocadillo le consumía 3 horas y media, pero como era tan beato el pobre que en paz descanse lo aceptaba con humildad y santa aceptación."

San Juan de la Cruz (a Santa Teresa):
"No sé, alabada Santa, en verdad os digo, que la espesura del comentario me... bueno voy a hablar normal porque no hay manera, con la excitación: Mira chica, a mí no me gusta nada eso de que lo hayan canonizado, me parece un pedante como la copa de un pino, aunque a decir verdad tampoco me pareció muy correcto que me canonizaran a mí. Lo tuyo lo vuestro era distinto, pues su tu santidad teresiana está fuera de toda duda."

Santa Teresa:
"Pero que bueno sois, amado mío, vuestras palabras son muestra de rectitud y humildad, santo sois, y con mucha más razón que yo, no nos engañemos. A mí lo de San Bala me parece un tanto belicoso, pero aceptémoslo como buenos cristianos, quién sabe, puede que haya un supracielo donde los santos buenos van si demuestran suprasantidad. Estemos tranquilos, oremos y alejémonos de las luchas terrenales, aunque éstas sucedan en el cielo."

Interrumpe Santiago Matamoros en su caballo blanco a Santa Teresa:
"Mira Teresiña, yo que soy gallego de adopción me llevaba muy bien con el caballo del Caudillo, no quiero decir que el caudillo fuera un caballo, pero como soy gallego no me explico bien o doy demasiadas vueltas, Escrivá es un poco como yo, no es de esos santos mansos que dan la otra mejilla así por las buenas, como si tuviéramos 19 mejillas, 24 orejas, 13 ojos, y 18 lenguas, yo soy un luchador, un combatiente de la fe y eso es lo que veo en Escrivá de Balaguer Jose María, sólo que en vez de ir con el caballo como yo, bueno eso fue un invento del Beato de Liébana, que ya lo descubrió ese judeo-masón de Américo Castro, pero qué más da, la hagiografía es un curriculum más, alguna mentirijilla es necesaria, yo soy, te digo, o al menos lo era, un luchador nato, que no podía permitir las infidelidades a sus esposas por parte de los infieles, sobre todo porque como tenían varias esposas la cosas se complicaba mucho porque si no eran infieles tampoco podían ser fieles a sus propias esposas, bueno en fin, dejémoslo porque a mi no me gusta nada Woody Allen. Me parece que Jose Mari -además se llama como Aznarín, el muy rapaz- digo que San Bala es un santo de los míos, de los que cambian las estructuras estatales y socioeconómicas y las alternancias de poder, un santo mundano. San Bala, no me gusta el nombre pero el uso hace al órgano y en este caso el órgano es el Opus, digo que San Bala es un precursor, una mente preclara..."

San Juan de la Cruz, interrumpiendo a Santiago Matamoros:
"Una mente preclara es propia de personajes infacundos, ser claro antes de meterse en el tema, que estrujarse el cerebro o entrar en colación es lo que suele ocurrir a los ignorantes y plebeyos."

Santa Teresa, susurrando a San Juan:
"Mira, San Juan mío, no te pongas estupendo que tu eres el mejor poeta que hemos tenido, incluyéndome a mí, que a nada te llego..., y no te puedes permitir dogmatismos de parvulario. Practica la por ti constatada soledad sonora, y a ver si el Matamoros se sonora de una vez sus pesadas flemas."

Matamoros:
"No os he escuchado, Santa Teresa, pero como soy un caballero y de hecho siempre voy a caballo, no quiero discutir más con vos, que si bien soy patrón único de España -me imagino que usted lo pasaría mal hace 4 siglos- no voy a incurrir en la inmodestia propia de los infieles, pero para mí la canonización de Escrivá, no se como escribirlo, es como la victoria del PP en las generales."

Quevedo, puntualizando su postura:
"Pero que Vedo, Vade retro Santiago, como compararse vos, amado santo, con ese leguleyo, Caballero sois, blanco vuestro corcel alado, Aladínes con la espada las vidas atravesábais, mientras aquel borrego no hacía sino vender millones de ejemplares de su camino como si de un Quevedo se tratara. A cuanta gente no dejaría en la estacada, Su Camino. Desde que estoy en el cielo de Santos como poeta reportero no he presenciado semejante desconsuelo, menuda península que tengo."

San Bala, entrando en la escena:
"Estoy escribiendo el Camino al Supracielo, en dos volúmenes, donde relato los pasos a dar para convertirse en Secretario de Estado Celestial, en verdad os digo. Gracias Juan Pablo Primero.”

(El afán poético y el amor a la rima le llevó a confundir a los dos Juan Pablos. Juan Pablo II, presente en la escena, espera con cierta impaciencia contraatacar, pero ya en calidad de santo)

 

 

 
   
 
   
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